viernes, 26 de abril de 2013

No creo en las gitanas

Mis últimas horas con vida.
Solo, en el auto, aplastado.
33 años, sin alcohol en las venas.
Con gripe, frío y hambre.
Agitado, sin mi canción favorita.
Sin hijos, de novio.
Con empresa, sin trabajo.
Pensando en mi familia, que está lejos.
Sin dios.
Cansado, por los días largos y continuas madrugadas.
Vegetariano, aunque no totalmente.
Con casa y auto hipotecados.
Con sueños a medias.
Con mis hermanos en la carretera, pero por suerte en otros vehículos.
Con sangre en la cabeza, en los brazos y piernas.
Sin miedo, con tristeza.
Con airbag.
Con antojo de un cigarro, que lo había dejado años atrás.
Con dos suicidios previos, pero sin logros.
Con pasaporte vencido y nueva nacionalidad.
Con la guitarra de copiloto y el cuaderno de canciones en la guantera.
Sin lentes, porque operé a la miopía.
Con el freno a fondo, por primera vez y última.
Sin ella.
Sin ellos.
Creyendo ser alguien, queriendo no serlo.
Gastando saliva con el viento.
Pretendiendo revivir lo pasado.
Mirando el futuro con los ojos cerrados.
Sintiendo dolor.
Diciendo "mierda".
Con pasión.
Sin amor.
Sin vida.
Hasta una nueva oportunidad.