jueves, 16 de diciembre de 2010

Por Peter

"No era tarde aún, lo mío no era una desgracia, escuchar tanto "Yours is no disgrace" de Yes me hizo creerlo. Tenerla frente al espejo bailoteando como en los primeros meses, oír sus mentiras, dejar de lado sus  ofensas y creer en su mirada inocente era parte del juego. Sólo era cuestión de empezar nuevamente, bebernos unos tragos, salir a caminar como amigos, besarnos a escondidas sin que ni siquiera nuestras sombras se dieran cuenta, corear nuestras canciones favoritas a la orilla del mar y finalmente mirarnos, sentirnos cómplices de todo el acto. Eramos los grandes actores."

Algún día significaría algo, eramos conscientes de que la verdad puede ocultarse hasta que la mentira se hace madura. En medio de todo, siempre me gustó acortejar sus buenas piernas y su modo de sentarse, sus pantalones rotos y ojos café. Algún día, siempre se lo dije. Eramos como el uno más uno, como el dos más dos y el resultado de cualquier suma; siempre alineados a la corrección, sin salirnos de la normativa y esperando ser iguales a algo.
El día llegó, era su cumpleaños número diecinueve, a muchos les pareció atractivo que le envíe flores. A mí la idea me sugirió unas arcadas, sin embargo hice lo que mi instinto varonil dijo a mis oídos. Fueron flores rojas, frescas y grandes, una docena. Cada una significaba un pecado en común que podíamos considerar como inolvidable, coincidentemente a la cantidad de meses que andabamos juntos. Imaginé en ese momento que había soñado con el regalo perfecto días atrás y mi rostro de felicidad frente a ella, abrazándola y besándola suavemente, como dice la canción. Procedí a guardar mi imaginación en dónde  más lejos puedo tenerla y sin perjuicio a nadie realicé el pago de los arbustos coloridos.

Como lo había presupuestado, significó algo. Fuimos consientes de que la verdad no puede ocultarse y que sus ojos me traían locos desde el primer día que decidió mirarme por obligación de alguna amiga en común. Suena estúpido pero, muchas veces sentí ese apretón en el pecho cuando el tema de conversación me obligaba a preocuparme de las cosas, cuando había algo más aparte de lo visible, cuando lo escondido se hacía evidente sin ninguna intención.
Fue en ese momento que entendí que todo estaba mal. Ella y sus preguntas sobre el día a día, sobre nuestra situación y su interés en descubrir "la verdad" que convirtió mis noches en unas cuantas "mentiras inciertas".

Fue así. Terminaron los diecinueve y empezaron nuevos años, le conté a los demás lo sucedido, se hizo público nuestro amorío, su novio se enteró de que hicimos el amor en varias ocasiones y de inmediato decidimos suicidarnos.

No lo logré, adiós por eso.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Nuevamente

"Pude detestarme por mis pensamientos impuros con ella."


Era muy guapa, aunque nadie comentara algo sobre ella. Sus abrigos largos, pantalones sueltos y tacos bajos que la hacían verse inclusive más alta que yo, eran parte de su atractivo artificial. Creo que siempre fui el único que quedó boquiabierto con su cabello suelto negro como la noche, sus ojos grandes y sonrisa avergonzada; con su forma tímida de mirarme mientras antes mi pupila conqueteaba con malas intenciones. Era simple, era esa apariencia de chica desenfadada y su caminar siempre apurado lo que atrajo inicialmente a mis ojos, poniendolos sobre ella cada vez que andaba frente a mí.
Su cintura escondida entre la ropa suelta y su piel blanca como la leche en polvo disuelta en agua hirviendo, me hacían pensar que mis gustos eran los mismos de mi adolescencia, que no cambiaron a pesar de que mi vida dio vueltas y vueltas en el mismo sitio, como pájaro carroñero en espera de su presa.
Era tan extraña, callada y silenciosa mientras escribía. Siempre atenta y con mirada de responsable. No se que tan equivocado estuve después de todo, pero creo que su nombre oculto encajaba perfectamente con el mío en cualquier hoja de papel y finalmente, no hubiese tenido sentido negarlo.

Conforme pasó el tiempo mis amigos conocieron la noticia, de manera burlona y con varias carcajadas entendieron que la chica extraña que se asomaba sin ninguna intención, solo había logrado hasta aquel momento que me enamore de ella secretamente. Fue estúpido, pronto entendí que mis pensamientos juiciosos y bastante ortodoxos acabarían por llevarme a una confusión; gran parte de la culpa la tuve yo, pues ella nisiquiera notaba mi existencia. Poco a poco se hizo mas evidente mi intención por conocerla y abrir ese cascarón que hasta ese momento me había conquistado. Fue difícil dirigirle la palabra, hasta aquel momento esa idea era un dogma antidemocrático que había tontamente asumido, suelo ser muy tímido y callado la primera vez, hasta el punto de sonar tembloroso. Le hablé y ella mirándome incrédulamente, como si supiera que era un reto para mí, sonrió de manera deliciosa, y lo digo con ese énfasis porque estoy seguro que lo saboreé. Por supuesto que todos lo notaron y de inmediato enmudecidos nos miraron asombrados, imaginando que un romance se cocinaba de cerca y mi futuro con "la niña de papel" dependía únicamente de mí. Sin embargo, no era del todo cierto. Como dije antes, seguía siendo el mismo, mi silencio frente a ella era parte del día a día, nunca fui capaz de ni siquiera ser el primero en sustituir mis miradas con un par de palabras. En fin, eso que aparentemente se cocinaba, no fue más que un apetito por lo imposible. Ella no intentaría más cosas conmigo, increíblemente no podía ser un sinvergüenza que poco le importaba echarme unos polvos debajo de su escritorio, porque simplemente no la hubiera podido ni tocar, ni mirar a los ojos, ni hablar.

Pasó el tiempo y ella no se acercaba. Motivos existían para que lo haga, pero creo que me había convertido en un sicopata que todo el día andaba pendiente de sus movimientos. Noté su alejamiento porque mis días empezaron a ser sombríos nuevamente, sin risas, ni motivos, ni situaciones alarmantes que me hagan olvidar quién era en realidad.
Los pocos segundos que cruzaba miradas con ella solo fueron para entender que mi fantasía agonizaba con el pasar de las horas y solo me quedaba aceptar que mis deseos nunca significaron algo para ella, o quizás sí. Nunca lo supe y nunca lo hubiera sabido, porque cuando sucede algo así simplemente dejo de ser yo, para probar como vivir en realidad. Quizás ella hizo lo mismo...

martes, 24 de agosto de 2010

1-2-3

Ella murió a mi lado, luego de bailar varias danzas contemporáneas moviéndose de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba. Le había pedido matrimonio de rodillas jurándole amor eterno con los ojos cerrados y al oído murmurando algunas mentiras e infidelidades. Era claro que la quería, tanto como a cada una de mis chicas de fin de mes y poco menos que al amor de mi vida que lejos andaba en esos momentos.
Ella murió a mi lado y me dijo que también me quería, que yo era todo para ella y al mismo tiempo no le importaba dejarme solo, porque era conciente de no ser la única en el juego.

Luego de un mes la había olvidado, como siempre sucedía solo aparecí en el entierro con los ojos lagrimosos; culpable o no, era lo que menos importaba durante esas tardes. Mi ego y consumir diferentes drogas provocaba en mí una inestabilidad poco usual, sobretodo luego de haber dormido a su lado mientras estuvo muerta.

Horas tensas, pasadizos llenos de flashes de televisión y muchos otros hombres que fueron guardianes de su nido andaban alrededor. No era precisamente inteligente seguir ahí, sin embargo guardaba como un buen personaje de ciencia ficción la compostura. Bocaditos, olor a cigarros baratos con algo de marihuana y mucha hipocrecia en cada pitada, era lo único saludable que quedó en su entierro.
Ella no se fue luego de morir a mi lado, siempre estuvo ahí respirando mi aroma celestial y un claro de Luna de Bethoven que la hizo danzar en mi pupila irritada.

Meses y más meses, siempre me pregunté qué tanto significaba para nosotros, sus amigos, los que compartimos noches de alcohol, sexo, romance y excesos. Nunca alguien respondió, todos partieron mucho antes de que termine el interrogatorio y pues, fue lentable, estaba solo con su cuerpo nuevamente. Abría los ojos y me daba cuenta las muchas horas que habían pasado, aún era yo quien estaba tirado en la cama llorando su muerte, todavía era quien pedía sea menos doloroso y culpable un suicidio.

Finalmente, ella murió a mi lado y en los periódicos salió mi foto semidesnudo mirándola tristemente, extrañado de ser yo quien ande fuera de mi cuerpo y la droga no me permita regresar; ella murió eso me queda claro, nunca supe si yo la maté o solo fui el hijo de puta que no se apareció mientras gritaba mi nombre pidiendo auxilio; es que, hay días en los que no fui yo, aún no soy yo, realmente no se quien soy.

jueves, 15 de julio de 2010

Combo final

Parecía un día claro, tiempo atrás creí que cuando llueve de temprano las noches son más cálidas; no era una de esas mañanas precisamente. Mis libros en la mano, ella con su cartera roja y el sombrero que le regalé cuando éramos adolescentes, mis uñas pintadas de negro y algo de amor entre nuestras manos. Aquel día parecía uno de esos en los que importa solo vivirlo y no pensar cuando acabará, porque ambos sabíamos que un fin iba a tener.
Entramos a clases, ella en la primera carpeta frente al pizarrón, yo al final donde no era vergonzoso comerme las uñas para emparejar el esmalte. Ambos siempre cuestionamos nuestra indecisión frente a los demás, nuestro decir "no" cuando era "sí", cuando incluso habían alternativas.
Como de costumbre intervenía poco con mi aire de sabelotodo y ella por lo contrario demostraba que poco sabía o mucho quería aprender. La noche anterior no pude dormir por pensar en su billetera de colores y nuestras fotos desnudos que escondía.
No es que tratara de aburrirla, pero le enviaba notas con el viento; a escondidas murmuraba con el aire nuestro secreto y decía en voz alta la sorda verdad que no quisimos entender. Era claro, ni yo ni ella; estaba escrito en cada canción de reggae que escribí en su nombre. 
Sonaba el timbre de salida y con libros en mano escapé corriendo, dos esquinas adelante nos encontramos para darnos el beso de buenas tardes y esperar que la ausente lluvia decida aparecer durante la noche, es que nos encantaba fumar mientras mojábamos nuestra cabeza con la lluvia, resultaba tan placentero como tener un orgasmo con los pies helados de temor a ser descubierto.
Ya lejos, su voz en mis oídos me pedía que guardara mis palabras tiernas para épocas oscuras; no estaba mal después de todo, tenía razón al pedirme que evite mis cursilerías cuando de sexo en el parque se trataba. Varias horas sobre el jardín de su casa, desnudos bajo la luna y las estrellas, mirándonos aun con deseo y algo de sentimiento, era peligroso, era un pecado, pero sonaba bien. Como una canción cuando suele ser la número 1 luego de pedir permiso entre las favoritas, no tiene sentido, pero sucede.
El día se acababa y lo mejor empezaba, era costumbre guardar todo lo sucedido escrito en papeles bajo el jardín y esperar que la naturaleza tenga como frutos nuestras vivencias casi virginales.
Su risa y sus ojos, aún guardo sus fotos en lugares que no recuerdo, pero ahí están. En recovecos, como ella; en espacios llenos por el tiempo y nuestra pasión juvenil. Su falda de colegiala, sus medias altas, sus muecas tontas y el tatuaje de su pierna.
Lo mejor empezaba, no llovió pero, era una madrugada cálida, digna de no ser olvidada, de haberla esperado.
Bailó sobre la plaza saltando de un lado para otro, cantando canciones de Bjork con jergas chilenas al estilo de Tronic. Me pidió que la abrazará para no sentir el viento, para alejarnos del resto, aunque siempre fuimos los dos; era cierto, dejé de existir para creer en nada, para sentir que no era necesario y que precisamente lo que intentaba ser era parte de mi error.
Su canción acabó haciéndome dormir, cerré los ojos y pensé en decir adiós para siempre, en precisar mi equivocación y elegir a nadie sobre ella. Cuando los abrí era tarde, nunca fue más que un simple retrato entre libros de colegio, entre cuentos, entre poemas y premios de poeta; nunca fue más que eso, que yo y unas cuantas verdades que ahora no puedo recordar, pero que nunca olvidaré.

domingo, 20 de junio de 2010

Lo tomas o lo dejas

Te propongo algo, dejaré de parecer insoportable delante de tus amigos y hablar mientras escribes tus poemas, quizás suene algo alternativo pero, nunca me gustaron.
No comeré galletas de soda en la cama, ni andaré desnudo cuando viene tu familia a visitar. Prometo también no despertarte cuando tenga que bañarme obligándote a hacer el amor luego de enjabonarnos y menos predecir tu rostro al despertar de un juergón... Tu sabes, irónico siempre he sido, no me jodas con eso de que "te lo advertí". No me drogaré con tu hermana mientras me la cojo en el baño de tus padres y seré sincero cuando se trate de mentiras ocultas en cabarets. Ya no beberé ningún tipo de alcohol, por lo contrario, seré una imitación de monje barato cuasi gay, presunto destructor de tus pasiones. No mencionaré aquellas cosas que te joden y tampoco treparé sobre ti como si fueras una potra en celo mientras lo hacemos.
Te propongo algo más, me casaré una y otra vez, probablemente también se me antoje una puta que deberás apuntar en la lista de "culos míos". Lo tomas o lo dejas, sabes que alguien como yo resulta muy común en tu perdido mundo, pero algo bueno debo de tener. Lo tomas o lo dejas y te callas mientras piensas, dejas de joder con mis amores ocultos y me planchas la puerta del auto que hace poco chocaste. Lo tomas o lo dejas, yo propuse, te guste o no, mis lágrimas tienen amor; te guste o no, mi vida tiene aún mucho de ti y siempre será así, bien cagados estamos.
Lo tomas o lo dejas, ya sabes, lo propuse aún consciente.

jueves, 29 de abril de 2010

Respuesta

Mira silenciosa como cae la noche,
yo desvisto lentamente tu inocencia extraviada.

lunes, 26 de abril de 2010

Siempre es lo mismo

Solíamos escondernos en baños ajenos, sonaban historias en nuestros oídos, el sudor era el perfecto cómplice, debía desaparecer antes de que alguien note la euforia desbordante. Visitamos camas con alcohol en las neuronas y dulcemente la hice mía besándola con malicia, mi silencio era parte del pasado, era parte de cada noche sin decirnos unas cuantas verdades a los ojos. Recuerdo aquel beso en los pasillos de la biblioteca, su mirada pendiente del resto, minutos que parecieron eternos y unos labios imposibles olvidar. Insinuamos que nunca sucedió algo, aunque por dentro continuábamos desnudos en algún hotel; nadie jamás imaginó sobre nuestro romance, salidas a escondidas, encuentros en esquinas, visitas sin razón y algunas otras cosas que no debo contar. Durmió en mi cama un par de veces y su olor se quedó grabado en mi conciencia de noches de insomnio y dolores de cabeza. Era imposible encajar nuestras vidas, pero gustosamente más de una vez lo intentamos, con el tenor de siempre que decía "es tan interesante" y sus ojos que me derretían incluso cuando estabamos delante de todos.

Sonará extraño, pero fueron varios años en los que estuvimos prófugos del placer y aunque no lo noté desde el principio, verdaderamente fue increíble que sucediera. Desde un beso con el humo del cigarro, hasta provocarnos en los cuartos de mi casa cuando los huespedes sobraban y era impropio intentar siquiera algo, no lo hicimos precisamente ahí.
El tiempo pasó y ambos dejamos de ser temas de conversación, viejos amores reaparecieron y fueron más duraderos; sin olvidarnos, varios besos repartimos en silencio; en el auto, en escaleras, en bares y paraderos; sin compromiso y con temor en las venas, nadie debía saberlo, infidelidad la que practican los adultos. Hasta ese momento mis intenciones eran las mismas, no podía negar que me gustaba, pero no podía aceptar que me cagaba por largarme con ella dejando aquél presente. Era difícil, no iba a casarme, pero enamorado estaba (o eso creía); darse media vuelta y escapar sonaba a cobardes y no era lo correcto.
Nos alejamos sin enterrar lo sucedido, porque tenía un precio interno, porque sonaba a cierto y aunque sí la quise, nada es eterno.
Recuerdo madrugadas con alcohol, con premisas inciertas sobre mi pasado y compañías adversas a nuestro presente, se hacía más imposible intentar algo, sonaba a traición que finalmente una vez más nos llegó al carajo. Hicimos el amor varias veces; debo confesar que fue sensacional verla desnuda; empezaba a notar que nuestras historias nuevamente caminaban juntas, aunque pareciera no ser cierto, aunque era inadecuado, aunque ninguno de los dos lo quizo, o quizás sí; nunca lo supe, nunca arriesgué, nunca dije algo más, no pude, simplemente no pude.

Hoy no sé si existe, quizás algún día... siempre es lo mismo.

jueves, 22 de abril de 2010

Nada

"Era cierto, había caído en negligencia y su mirada sólo quedaría grabada como un tonto arlequín enamorado, cuando se despide de la bella dama en el circo del pueblo".

Caminaba por la ciudad que me vio nacer, volvía después de mucho. Aún estaba presente el día en que nos despedimos, tuve que partir por mi necesidad de andar sólo, como un ogro y mi autosuficiencia ante los problemas que parecía no poder controlarla con nada. Todo éste tiempo tuve en mente sus pasos de bella bailarina en la cabeza, sus caricias y las tardes en que dormíamos como osos polares sin importar pasen las horas haciendo nada.

Nada, nunca sucedió nada. Nunca porque ambos no pudimos y aunque desear suele ser una sensación bastante intrascendental, se convierte en algo sin sentido luego de varias saboreadas.

Volvía de un viaje largo, doce horas en el avión y un vaso de vino antes de bajar con la maleta llena de porquerías. Era tan complicado pensar que me cruzaría con sus ojos nuevamente y las mentiras envueltas en palabras con sabor a caramelo no serían suficiente, que un dolor en mi cabeza aparecía, imposible de sacarlo, imposible de evitarlo. 
Fue muy duro olvidar desde lejos todos esos años junto a ella, esperando crear nuevas historias en mi cabeza y situarme en pensamientos positivos a pesar de que no hubo nada entre nosotros. Nada, nunca sucedió nada.

Dejé mis maletas en el hotel, mi familia quizás existía, mis amigos eran algo como un recuerdo borrado y ella era lo único que podría encontrar. No tenía intenciones de hacerlo, no escribí planes en mi libreta de notas, ni en mi agenda, ni en los papeles que pegaba detrás del celular para no dejarlos pasar. 
Me di una ducha y con el chorro de agua cayendo sobre mi cuello, entendí que la vida tiende a desparramarse cuando menos uno lo piensa, incluso cuando no está presupuestado; porque aunque nada suceda entre dos personas, siempre queda el hecho de haber perdido el tiempo. 

Con ella dejé mi juventud y lo peor, es que no sucedió nada.

domingo, 14 de marzo de 2010

Se llamaba Nasty

Era mi primera visita a un burdel, no era necesario confirmar mis ganas por probar algo distinto. La noche anterior bebí hasta perder el conocimiento y sentir los labios temblar, mis manos eran tibias y mi cabeza parte del mar. Me invitaron algo de coca para no ser un desperdicio. Aunque mis fosas nasales son bastante finas, algo de polvo entró tomando mi cerebro como plastilina. Más tranquilo y con delirio de grandeza mezclado con alcohol, entré por la puerta trasera, saludé al tipo de seguridad que andaba fumando un cigarro de esos baratos; le dije que lo mío no era tirarme a una puta y escucharla gritar. Se rió y me dijo "Vete!" Quise golpearlo, sonaron varias canciones en mi cabeza. Sonreí bastante hipócrita, escupí al suelo y le dije: "quiero a la más cara". Las luces disminuyeron su intensidad, pensaba que era el efecto de la droga. Equivocado no estaba del todo, mis manos eran aún tibias y algo temblorosas (siempre fueron así las "primeras veces"). De pronto, apareció una chica con cabellera negra frente a mí, cara de puta no tenía, pero algo ocultaba su mirada. Señaló con su indice derecho el cuarto al que debíamos ir, caminé hacia él. Las paredes de alrededor tenían caricaturas bastante extrañas, parecían sacadas de mi vida, de cada una de mis chicas, todas desnudas, siempre bellas. Colores y más colores, parecía una pesadilla con duendes en el cielo. Ella tomó mi mano y la llevó a su cintura, me pidió que me relaje. Sonreí, mi cerebro por lo general era bastante insano, lleno de estiércol de caballo y unas cuantas sustancias tóxicas más. Fuimos a la cama, sus ojos eran grandes, la conocía de algún lugar, alguna vez la vi cantar; la vi gemir, la vi chillar. No lo sé, era mi primera puta. Era casi de día, aún no me la tiraba, ganas me sobraban. Su cuerpo era pequeño, delgado, piernas blancas como la nieve y senos redondos como melocotones. Desnuda era incluso más deliciosa, depilada por completo, con un culo perfecto y un sabor a pureza casi virginal. Estaba seguro que había sido parte de alguna fantasía antigua, no existía forma de confirmarlo. Su cabello más arriba de los hombros, ojos negros, labios rojos. La amé con toda mi alma luego de penetrarla una y otra vez. Mis ganas se quedaron en su ropa indecente, quedaba solo mi lujuria de por medio. Cargarla era fácil, la besé varios minutos y le dije que no le iba a pagar, que mi cuerpo la necesitaría todos los días de mi vida. Le pregunté su nombre, le dije el mío. Se burló, me llamó novato y casi sin verguenza alguna se levantó de la cama a limpiarse sus fluidos delante de mí. La llamé "Nasty", le juré amarla y protegerla. Esas cosas nunca son suficiente. Le dejé mi billetera y mi celular. Me la tiré una vez más y luego lloré en sus hombros. Me abrazó y su silencio bastó para darme cuenta que la coca altera mis neuronas. Me vestí, la miré mientras ella también lo hacía; luego encendí un porro que no quise compartir. Miré las paredes del dormitorio unos cuantos segundos y me fui.

Me había enamorado de "Nasty", una puta cara y muy sabrosa, deliciosa diría yo. Era imposible imaginar cuan estupido me veía, pero es parte de la vida. Me había enamorado de la bella "Nasty" que nunca más volví a ver, de aquella muchacha de pechos redondos y labios carnosos, de aquella señorita que puta no parecía, pero qué bien se movía.

martes, 9 de marzo de 2010

Casi descartado

Eran tardes difíciles. Desde que decidí vivir solo muchas cosas empezaron a parecer casi imposibles. Mis indeciciones incrementaron y las llamadas a mi celular eran completamente nulas, era un ogro de pantano, durmiendo hasta las 11 de la mañana y acostándome con cuanta mujer fácil encuentre en los bares de Lima. Era mi subconsciente, me había acostumbrado a estacionarme en la puerta de la vecina, que es otra floja de mierda como yo, y a esperar que el timbre me despierte haciendo que mi auto tenga que mover. Antes de presionar el acelerador me tiraba a la vecina que a gritos me obligaba a obedecer, preparaba un café y me iba a trabajar; días de pendejo lo llamaría mi padre. Sea como sea, era solo yo; un sirviente sexual amateur de todas las enfermas sexuales amateurs de la cuadra. Mis amigos me insinuaban para organizar fiestas en mi casa, mas de una vez los mandé a la mierda, a mi esas huevadas nunca me han gustado. Mis días eran difíciles, y sí que lo eran; lavar mi ropa o ir a la lavandería, lustrar mis zapatos y limpiar la sala luego de cada reunión, eran cosas que causaban un estrés casi mortal. Si bien es cierto, soy hombre y mis ganas por ser el "padre" de todos los vicios siempre está presente, hay circunstancias que pierden significado, al menos para mí. Leía el periodico mientras un vino algo caro era derramado por mi garganta, reía con los artículos de mis amigos, drogadictos todos ellos, secretos nuestros. Eran tardes difíciles, frías, con sueños hechos vida y temas de conversación que pretendían ser mi calvario.

Estaba casi descartado, mi esposa se llevó a mis hijos, mi familia partió a Caracas y mi trabajo se volvió pasión diaria, solitaria y partida en dos, con sucias letras y consonantes repetidas.. 
Casi descartado, de mi vida semejante a mi ex vida, semejante a todas las vidas y extraña a lo que alguna vez firmamos en un contrato, vida nuestra, vida estúpida; descartada de mejoras, entredichos y virtudes. Casi descartado, siempre lo supe, solo y descartado mientras hice el amor con cada una.

Las consecuencias eran obvias, me dejé la barba, dejé la bebida y cambié de nombre. A veces resulta interesante, sobretodo cuando son varias las personas que intentan demostrarte lo tan equivocado que estás. Situaciones de mierda con sabor a alegría; mi cama era un desorden, casi un chiquero. Gente que preguntaba por mí, mi ausencia decía "presente" todos los días y mis lagrimas se notaban a 1km. de distancia. Esa frase de The Cure hecha canción que dice "Boys don't cry" era una farsa cada vez que lloraba frente al espejo, me veía viejo, ingenuo aún y con muchas canas por brotar de mi cara. Estaba casi descartado de felicidad, de amor y algo de piedad. Mis amores partieron todas juntas y ni la vecina de falda corta con cara de amor impúdico gustaba "desvirgarse" conmigo. Dormía poco, las horas las consumía fumando cigarrillos tóxicos y escribiendo cartas de amor que jamás entregaría. Alguna vez en uno de mis sueños aparecieron mis dulces amores dispuestas a recoger una por una sus cartas, sonreían mientras las leían, se sentían identificadas con las historias que inventé y con su mirada trataban de desnudar más capítulos de novelas densas, con amor y desorden. Siempre fui así y estuve casi descartado esa mañana que la madre de mi esposa me vio desnudo luego de hacer el amor salvajemente con su hija. Descartado del ejército al que nunca decidí postular por usar unos anteojos de chico nerd y descartado de la escolta del colegio por ser bastante corto de tamaño en lo que a piernas largas se refiere.
Casi descartado de las películas de mi novia cineasta, de las canciones de mi chica pianista, de los lienzos de mi bella pintora y los sonetos de mi dulce poeta. Casi descartado de mi vida, de mi soledad y mis lámparas tenues; del silencio que me habla tartamudeando y sirenas que acompañan mis baños matutinos. Porque, aunque estuve casi descartado, fue el pesar de andar peor el que me sacó de mi tiniebla, me afeité y boté los ceniceros. Anduve descartado ésta vez de la muerte bilingüe y vecinas espumosas, al punto de partir lejos y buscar mis partituras, escribir nuevamente y olvidarme de todo lo que me ata al mundo esclavo y torpe. Casi descartado por mis miedos, que eran valientes en medio de todo, cada uno con nombre y apellido. Casi descartado para ella, para ella y para ella. Casi descartado hasta que volví y la luz se hizo un par con mi silueta, me hice verdad y sin creer en dios, él me perdonó, incluso haciéndome entrar a su morada. Fumamos juntos y borrachos gritamos algunos "Aleluyas!". 
Vida tonta, casi descartada. Hasta que los suelos se movieron como arena en el desierto y el cielo se hizo claro aún siendo de madrugada. Casi descartado de sus labios, de su vida. Casi descartado de un final, de un inicio, de un intermedio; casi descartado de creer.

Incluso dejé de anotar todo en lo que estuve casi descartado, fueron muchas las páginas. No hubieron preguntas, ni respuestas; aunque haya confesado que "casi descartado" no terminé, mi vida acabó en medio de todo. Y sin criterio alguno decidí volver a vivir, ésta vez no "casi descartado", ya no era necesario. No existía un por qué.

lunes, 1 de marzo de 2010

Lo viví en Liverpool

"Me enamoré de tu inocencia y rompí un par de jarrones delante de tu madre".


Lorena me hospedaría en su casa, el viaje fue desastroso, al punto de perder mi maletín con todos mis zapatos. Me recogieron del aeropuerto algunos amigos que no veía desde la graduación, decidimos ir a beber aprovechando la luz del sol nocturno y contarnos nuestras viejas novelas familiares. Lorena siempre a mi lado mencionaba que mi estúpido vestir me hacía ver incluso más estúpido. Siempre tan detestable y sincera. Me preguntaron por mis padres, por mi matrimonio y mi hijo; respondí escuetamente a todo, tratando de disimilar mi autismo casi consentido. Después de varias copas, Lorena fue conciente de que una mujer comprometida no debía andar con un antiguo amor y menos si éste anda eufórico.  La sujeté de la cintura y mencioné lo mucho que me hizo falta todo éste tiempo, se sonrojó y temblorosa me pidió que me alejará, no era un momento propicio, ni el lugar indicado. Sus súplicas fueron escuchadas, nos despedimos de todos, abrazo por aquí y por allá; estaba completamente ebrio y con ganas de seguir bebiendo hasta que se me pase la cojudez.

Llegamos, la casa de Lorena era grande, con habitaciones realmente gigantes completamente atípicas a la realidad Británica. Prendí un cigarro y me acerqué a una vieja tornameza que guardaban en el cuarto de huéspedes, estaba puesto el Rubber Soul de The Beatles. Giré el disco, me puse a cantar y recordar amores universitarios, torpes y delirantes, prohibidos e incluso riesgosos. Lorena me miró a los ojos me preguntó si alguna vez deseé besarla, tenerla, amarla. Una puta pregunta sin duda, ella tenía al novio cerca todo el tiempo y fui yo quien dijo adiós en su momento para no hacernos esperar en un paradero sin bus programado. Reí a carcajadas, Lennon me hacía temblar y estoy seguro que a ella también. Nos recostamos, andar vestidos en una cama con más de 30 años encima sonaba bastante ridículo, volver a encontrarnos era como tener 15 nuevamente y sonar angelical (aunque nunca lo haya sido). Su novio pronto llegaría y no encontraría mejor forma que demostrar su negativa a mi presencia que hacerla gritar en el cuarto de al lado mientras hacían el amor; y yo, con una paja debería solo calmar mis instintos animales como un infeliz que nunca pudo tenerla. Así que, me levanté de la cama, a ella poco le faltaba para andar con las piernas abiertas, le pedí disculpas por nuestras viejas historias, conflictos y amores a escondidas, por nunca haber tenido el suficiente valor de besarla y siempre haberme conformado con verla sonreír. A veces es bueno enfrentar nuestros miedos, sobretodo cuando están trepados en uno; no tenía otra opción. De pie todo es más complicado, cojí maletas y cerré mis ojos unos segundos, The Beatles aún sonaba en el ambiente, "I'm looking through you" para ser exacto. Gráficamente mi vida por vez consecutiva se escribía en base a una canción, nuevamente con ella, era momento de partir. Liverpool era un excelente lugar para decir adiós y así fue, en mi historia quedaron las noches con ella, amores entre amigos que suenan a canción de enamorados.


Liverpool me dio algo más, un beso suyo, subir al avión en solitario y saber que estaríamos bien, "porque la amo más, mucho más cuando está lejos".

jueves, 18 de febrero de 2010

Y perdiste querido amigo

Y perdiste querido amigo. Ella no está, decidió partir y cambiar todo por unos cuantos sueños de adolescente.
Perdiste y no hay alguien que te consuele, que llore a tu lado, que entienda tu lamento, que sepa lo que sientes. No hay alguien que escuche tus canciones, que llame de mañana y sea cómplice en tus mentiras. Sonidos en el cielo, ésta vez no son buenas noticias. Perdiste querido amigo, no somos uno ésta vez; fuiste tú quien decidió dejar de lado mis consejos y enterrarse vivo contemplándola. No habrá alguien que memorice tus poesías, que entienda cada historia y complazca tus caprichos. Que sea tú frente al espejo y  te haga soñar despierto; que sea tu mundo, tu cielo y tu infierno.

Y perdiste, y eres sólo tú. Con cadenas y candados, con silencio alrededor.

Y perdiste querido amigo, no podrás mirar el mar sin recordarla, porque las historias siempre andan entrelazadas y se repiten, como un círculo maldito. Porque solemos perder, casi consecutivamente. Suelo también escuchar su voz y sentirme tonto, quizás tanto como tú. Pero, ésta vez eres tú quien debe anda peor; porque perdiste querido amigo. Ella eligió, decidió lo más fácil, lo que siempre quiso. Lo que realmente amó y nadie dirá algo al respecto. Nadie se atreverá a comentarlo, porque lo que sucede en la vida no tiene que interesarnos hasta que ésta diga "adiós". Nunca algo importa, a ella no le importo.

Perdiste querido amigo. Duele mirar mi reflejo, duele ser la sombra, duele haber caído. Ésta vez no habrá respuesta.

Sólo suenan letras en mi cabeza.

sábado, 23 de enero de 2010

Dos pájaros de un tiro

"Era tan simple. Salir, escapar, gritar y golpearnos un poco. Muchas veces nadé entre tus mentiras buscando algo de consuelo, confieso que me he sentido sólo de vez en cuando, sobretodo en las noches en las que tu nombre está atado de letras en cursiva, sin importancia, con mucha incertidumbre."

Llamé a mis amigos, les dije que era buena idea ir a beber, tenía ganas de perder el conocimiento. Me dijeron que estaba loco, que de seguro uno de mis tantos amores me había dejado o que yo lo había hecho. Me pidieron que me calme, que no balbucee cosas sin sentido y no repita nombres innecesarios. Finalmente ellos no lo sabían, nunca lo hubieran entendido. Eramos solamente tú y yo quienes escondimos nuestro secreto entre las sábanas.
Me fui sólo a buscar algo de alcohol para creerme el todopoderoso una vez más. Era tan irónico, la noche anterior estuve a punto de matarme, aún andaba dopado.
Bebí demasiado, era de noche; mil estrellas en el cielo y dos camino por seguir. Pensaba ir de vuelta a mi casa y dormir, hacerlo ebrio es bastante excitante, sobretodo cuando el miedo a no despertar te carcome diariamente. Sin embargo, decidí coger el rumbo más arriesgado. Ir por más, fui a buscarla y aunque estaba seguro de que ella no estaría, tenía que comprobar en mi inconsciencia el fatal incidente.
Caminé varias cuadras hasta su casa, pensaba en el tiempo, en lo abstracto de la vida, en lo incoloro y lo bella que te veías parada sobre la cama en ropa interior. Sonaban canciones inapropiadas en mis oídos, sentía calor en todo el cuerpo. Los días a lo largo de mi vida me hicieron entender que olvidar muchas veces es el mejor camino y sólo se debe tener presente lo que queda escrito en libretos.
Llegué, toqué la puerta. Entré y había mucha gente. Me sentí avergonzado, el alcohol se iba de mi cerebro con cada paso que daba. Sentía un aroma a resentimiento, a dolor y a remordimiento.
Hay noches púrpuras, que guardan caricaturas sobre las paredes y situaciones incomodas debajo de nuestra piel. Que suenan a Chopin de madrugada y nos hacen creer que somos dioses del pasado.
Ella no estaba, no estaba más conmigo. Se fue, se fue por siempre, afortunadamente nos despedimos. Recuerdo que la abracé y mirándola a los ojos dije que no todo es eterno y que dormir nos hace felices. Que cuando vuelva seremos felices y si nunca sucede, yo le daré el alcance. Debimos partir juntos, debió ser todo distinto, debí pensar en ella.
Algún día lo intentaré nuevamente, quizás ésta noche, quizás mientras duerma, quizás todo el tiempo. No lo sé, no lo sé.

domingo, 10 de enero de 2010

Enviado

Puede sonar indignante. Desaparecimos porque te lo pedí, nos fuimos lejos del montón. Te miré a los ojos y mencioné que no te vayas, no eras tú; me dijiste que eran innecesarias mis súplicas aún adolescentes. Dijiste también que habías olvidado nuestras tardes juntos y que no te importaba cuantos besos sacrifiqué por ella. Sea como sea, te diste la vuelta y quedé parado esperando tu reacción. Era muy tarde, la última canción del disco llegó a su fin, la escribimos y coreamos juntos, soñamos escapar pero fueron estúpidos nuestros deseos. En medio de todo, estaban las ganas de andar reunidos, bebiendo algo de alcohol entre amigos y creer que "salir" sin que nadie lo sepa eran mentiras hechas verdades por nosotros. No hay nada de cierto, ambos lo entendimos. Repetí muchas veces en mi cerebro aquella canción que me enseñaste de madrugada y entendí que no hay nada de cierto en ésto del amor. Por ahora, prometo andar lejos, sé que no será igual, lo sé; siempre lo supe.