domingo, 14 de marzo de 2010

Se llamaba Nasty

Era mi primera visita a un burdel, no era necesario confirmar mis ganas por probar algo distinto. La noche anterior bebí hasta perder el conocimiento y sentir los labios temblar, mis manos eran tibias y mi cabeza parte del mar. Me invitaron algo de coca para no ser un desperdicio. Aunque mis fosas nasales son bastante finas, algo de polvo entró tomando mi cerebro como plastilina. Más tranquilo y con delirio de grandeza mezclado con alcohol, entré por la puerta trasera, saludé al tipo de seguridad que andaba fumando un cigarro de esos baratos; le dije que lo mío no era tirarme a una puta y escucharla gritar. Se rió y me dijo "Vete!" Quise golpearlo, sonaron varias canciones en mi cabeza. Sonreí bastante hipócrita, escupí al suelo y le dije: "quiero a la más cara". Las luces disminuyeron su intensidad, pensaba que era el efecto de la droga. Equivocado no estaba del todo, mis manos eran aún tibias y algo temblorosas (siempre fueron así las "primeras veces"). De pronto, apareció una chica con cabellera negra frente a mí, cara de puta no tenía, pero algo ocultaba su mirada. Señaló con su indice derecho el cuarto al que debíamos ir, caminé hacia él. Las paredes de alrededor tenían caricaturas bastante extrañas, parecían sacadas de mi vida, de cada una de mis chicas, todas desnudas, siempre bellas. Colores y más colores, parecía una pesadilla con duendes en el cielo. Ella tomó mi mano y la llevó a su cintura, me pidió que me relaje. Sonreí, mi cerebro por lo general era bastante insano, lleno de estiércol de caballo y unas cuantas sustancias tóxicas más. Fuimos a la cama, sus ojos eran grandes, la conocía de algún lugar, alguna vez la vi cantar; la vi gemir, la vi chillar. No lo sé, era mi primera puta. Era casi de día, aún no me la tiraba, ganas me sobraban. Su cuerpo era pequeño, delgado, piernas blancas como la nieve y senos redondos como melocotones. Desnuda era incluso más deliciosa, depilada por completo, con un culo perfecto y un sabor a pureza casi virginal. Estaba seguro que había sido parte de alguna fantasía antigua, no existía forma de confirmarlo. Su cabello más arriba de los hombros, ojos negros, labios rojos. La amé con toda mi alma luego de penetrarla una y otra vez. Mis ganas se quedaron en su ropa indecente, quedaba solo mi lujuria de por medio. Cargarla era fácil, la besé varios minutos y le dije que no le iba a pagar, que mi cuerpo la necesitaría todos los días de mi vida. Le pregunté su nombre, le dije el mío. Se burló, me llamó novato y casi sin verguenza alguna se levantó de la cama a limpiarse sus fluidos delante de mí. La llamé "Nasty", le juré amarla y protegerla. Esas cosas nunca son suficiente. Le dejé mi billetera y mi celular. Me la tiré una vez más y luego lloré en sus hombros. Me abrazó y su silencio bastó para darme cuenta que la coca altera mis neuronas. Me vestí, la miré mientras ella también lo hacía; luego encendí un porro que no quise compartir. Miré las paredes del dormitorio unos cuantos segundos y me fui.

Me había enamorado de "Nasty", una puta cara y muy sabrosa, deliciosa diría yo. Era imposible imaginar cuan estupido me veía, pero es parte de la vida. Me había enamorado de la bella "Nasty" que nunca más volví a ver, de aquella muchacha de pechos redondos y labios carnosos, de aquella señorita que puta no parecía, pero qué bien se movía.

martes, 9 de marzo de 2010

Casi descartado

Eran tardes difíciles. Desde que decidí vivir solo muchas cosas empezaron a parecer casi imposibles. Mis indeciciones incrementaron y las llamadas a mi celular eran completamente nulas, era un ogro de pantano, durmiendo hasta las 11 de la mañana y acostándome con cuanta mujer fácil encuentre en los bares de Lima. Era mi subconsciente, me había acostumbrado a estacionarme en la puerta de la vecina, que es otra floja de mierda como yo, y a esperar que el timbre me despierte haciendo que mi auto tenga que mover. Antes de presionar el acelerador me tiraba a la vecina que a gritos me obligaba a obedecer, preparaba un café y me iba a trabajar; días de pendejo lo llamaría mi padre. Sea como sea, era solo yo; un sirviente sexual amateur de todas las enfermas sexuales amateurs de la cuadra. Mis amigos me insinuaban para organizar fiestas en mi casa, mas de una vez los mandé a la mierda, a mi esas huevadas nunca me han gustado. Mis días eran difíciles, y sí que lo eran; lavar mi ropa o ir a la lavandería, lustrar mis zapatos y limpiar la sala luego de cada reunión, eran cosas que causaban un estrés casi mortal. Si bien es cierto, soy hombre y mis ganas por ser el "padre" de todos los vicios siempre está presente, hay circunstancias que pierden significado, al menos para mí. Leía el periodico mientras un vino algo caro era derramado por mi garganta, reía con los artículos de mis amigos, drogadictos todos ellos, secretos nuestros. Eran tardes difíciles, frías, con sueños hechos vida y temas de conversación que pretendían ser mi calvario.

Estaba casi descartado, mi esposa se llevó a mis hijos, mi familia partió a Caracas y mi trabajo se volvió pasión diaria, solitaria y partida en dos, con sucias letras y consonantes repetidas.. 
Casi descartado, de mi vida semejante a mi ex vida, semejante a todas las vidas y extraña a lo que alguna vez firmamos en un contrato, vida nuestra, vida estúpida; descartada de mejoras, entredichos y virtudes. Casi descartado, siempre lo supe, solo y descartado mientras hice el amor con cada una.

Las consecuencias eran obvias, me dejé la barba, dejé la bebida y cambié de nombre. A veces resulta interesante, sobretodo cuando son varias las personas que intentan demostrarte lo tan equivocado que estás. Situaciones de mierda con sabor a alegría; mi cama era un desorden, casi un chiquero. Gente que preguntaba por mí, mi ausencia decía "presente" todos los días y mis lagrimas se notaban a 1km. de distancia. Esa frase de The Cure hecha canción que dice "Boys don't cry" era una farsa cada vez que lloraba frente al espejo, me veía viejo, ingenuo aún y con muchas canas por brotar de mi cara. Estaba casi descartado de felicidad, de amor y algo de piedad. Mis amores partieron todas juntas y ni la vecina de falda corta con cara de amor impúdico gustaba "desvirgarse" conmigo. Dormía poco, las horas las consumía fumando cigarrillos tóxicos y escribiendo cartas de amor que jamás entregaría. Alguna vez en uno de mis sueños aparecieron mis dulces amores dispuestas a recoger una por una sus cartas, sonreían mientras las leían, se sentían identificadas con las historias que inventé y con su mirada trataban de desnudar más capítulos de novelas densas, con amor y desorden. Siempre fui así y estuve casi descartado esa mañana que la madre de mi esposa me vio desnudo luego de hacer el amor salvajemente con su hija. Descartado del ejército al que nunca decidí postular por usar unos anteojos de chico nerd y descartado de la escolta del colegio por ser bastante corto de tamaño en lo que a piernas largas se refiere.
Casi descartado de las películas de mi novia cineasta, de las canciones de mi chica pianista, de los lienzos de mi bella pintora y los sonetos de mi dulce poeta. Casi descartado de mi vida, de mi soledad y mis lámparas tenues; del silencio que me habla tartamudeando y sirenas que acompañan mis baños matutinos. Porque, aunque estuve casi descartado, fue el pesar de andar peor el que me sacó de mi tiniebla, me afeité y boté los ceniceros. Anduve descartado ésta vez de la muerte bilingüe y vecinas espumosas, al punto de partir lejos y buscar mis partituras, escribir nuevamente y olvidarme de todo lo que me ata al mundo esclavo y torpe. Casi descartado por mis miedos, que eran valientes en medio de todo, cada uno con nombre y apellido. Casi descartado para ella, para ella y para ella. Casi descartado hasta que volví y la luz se hizo un par con mi silueta, me hice verdad y sin creer en dios, él me perdonó, incluso haciéndome entrar a su morada. Fumamos juntos y borrachos gritamos algunos "Aleluyas!". 
Vida tonta, casi descartada. Hasta que los suelos se movieron como arena en el desierto y el cielo se hizo claro aún siendo de madrugada. Casi descartado de sus labios, de su vida. Casi descartado de un final, de un inicio, de un intermedio; casi descartado de creer.

Incluso dejé de anotar todo en lo que estuve casi descartado, fueron muchas las páginas. No hubieron preguntas, ni respuestas; aunque haya confesado que "casi descartado" no terminé, mi vida acabó en medio de todo. Y sin criterio alguno decidí volver a vivir, ésta vez no "casi descartado", ya no era necesario. No existía un por qué.

lunes, 1 de marzo de 2010

Lo viví en Liverpool

"Me enamoré de tu inocencia y rompí un par de jarrones delante de tu madre".


Lorena me hospedaría en su casa, el viaje fue desastroso, al punto de perder mi maletín con todos mis zapatos. Me recogieron del aeropuerto algunos amigos que no veía desde la graduación, decidimos ir a beber aprovechando la luz del sol nocturno y contarnos nuestras viejas novelas familiares. Lorena siempre a mi lado mencionaba que mi estúpido vestir me hacía ver incluso más estúpido. Siempre tan detestable y sincera. Me preguntaron por mis padres, por mi matrimonio y mi hijo; respondí escuetamente a todo, tratando de disimilar mi autismo casi consentido. Después de varias copas, Lorena fue conciente de que una mujer comprometida no debía andar con un antiguo amor y menos si éste anda eufórico.  La sujeté de la cintura y mencioné lo mucho que me hizo falta todo éste tiempo, se sonrojó y temblorosa me pidió que me alejará, no era un momento propicio, ni el lugar indicado. Sus súplicas fueron escuchadas, nos despedimos de todos, abrazo por aquí y por allá; estaba completamente ebrio y con ganas de seguir bebiendo hasta que se me pase la cojudez.

Llegamos, la casa de Lorena era grande, con habitaciones realmente gigantes completamente atípicas a la realidad Británica. Prendí un cigarro y me acerqué a una vieja tornameza que guardaban en el cuarto de huéspedes, estaba puesto el Rubber Soul de The Beatles. Giré el disco, me puse a cantar y recordar amores universitarios, torpes y delirantes, prohibidos e incluso riesgosos. Lorena me miró a los ojos me preguntó si alguna vez deseé besarla, tenerla, amarla. Una puta pregunta sin duda, ella tenía al novio cerca todo el tiempo y fui yo quien dijo adiós en su momento para no hacernos esperar en un paradero sin bus programado. Reí a carcajadas, Lennon me hacía temblar y estoy seguro que a ella también. Nos recostamos, andar vestidos en una cama con más de 30 años encima sonaba bastante ridículo, volver a encontrarnos era como tener 15 nuevamente y sonar angelical (aunque nunca lo haya sido). Su novio pronto llegaría y no encontraría mejor forma que demostrar su negativa a mi presencia que hacerla gritar en el cuarto de al lado mientras hacían el amor; y yo, con una paja debería solo calmar mis instintos animales como un infeliz que nunca pudo tenerla. Así que, me levanté de la cama, a ella poco le faltaba para andar con las piernas abiertas, le pedí disculpas por nuestras viejas historias, conflictos y amores a escondidas, por nunca haber tenido el suficiente valor de besarla y siempre haberme conformado con verla sonreír. A veces es bueno enfrentar nuestros miedos, sobretodo cuando están trepados en uno; no tenía otra opción. De pie todo es más complicado, cojí maletas y cerré mis ojos unos segundos, The Beatles aún sonaba en el ambiente, "I'm looking through you" para ser exacto. Gráficamente mi vida por vez consecutiva se escribía en base a una canción, nuevamente con ella, era momento de partir. Liverpool era un excelente lugar para decir adiós y así fue, en mi historia quedaron las noches con ella, amores entre amigos que suenan a canción de enamorados.


Liverpool me dio algo más, un beso suyo, subir al avión en solitario y saber que estaríamos bien, "porque la amo más, mucho más cuando está lejos".