lunes, 22 de diciembre de 2008

Intermedio

Y canciones perfumaron sentidos y padeceres, los cristales eran blancos como ojos de señora.

No hay nada mejor como bailar
con la luz incandecente sobre uno,
mírame a los ojos y destiñe
la silueta de mi cuerpo.

Tu sonrisa es el miedo
que masturba mi conciencia,
ya no duermas hasta tarde
que me encanta la mañana.

Conforme el tiempo se tragaba mi vida desvergonzadamente, muchas ideas bailaban valses anticuachos en mi cabeza.

No era yo, no quería ser yo; buscaba amar hasta morir, enamorarme hasta babear. Mi cerebro daba vueltas confundiendo mis neuronas una con otra, tenía claro nada. ¿Inmadurez? Las probabilidades crecían con sólo mirarme al espejo, mis ojos cambiaban de color y confirmaban la verguenza de mis actos.
Sentado a tu costado, tentado por tus labios... por tus bellos y deliciosos labios; por tu olor, que bailoteaba en mi nariz sin perder ningún segundo.
Tentado por tus pies que tocaban los míos; por ese aire que transitaba frente a mi boca y que provocaba sentidos extraños en mi pecho.

Si la realidad me permitiera entenderme, entenderte, saber lo que realmente soy, quién eres, qué es todo esto.

La vida sólo sabe confundirte, destruirte y llenarte de poesía.

La muerte no es otra cosa que el arte más perfecto de la vida.

Mis sueños son temores escondidos en mi memoria.

El libro acaba cuando la vida comienza.

El techo era mi reflejo, siempre arriba, inalcanzable. Pero quieto y tiezo, inmóvil; me hubiera gustado darle otro sentido a todo, a los días, a mi vida, a la soledad, al silencio, a mis palabras muchas veces inentendibles, a esta realidad que no existe, a mis sueños que eran vida y a mi vida que parecía muerte.

Amor, quizá lo necesitaba, aunque más de una vez llegué a la conclusión de que me sobraba. Pero fui tonto, siempre; amé a quien me amó en momentos distintos, no era claro nada. Ni el cielo con sus nubes burlonas de mi vida, paraísos de nadie, recójeme felicidad, dime si existes.

Estaba a punto de dar vuelta atrás, retirarme y dejar todo en el olvido; pero me di cuenta que no debía hacerlo. Tenía muchas cosas pendientes y derepente una de ellas era la solución, por eso... decidí continuar.

Intermedio, Sueño de Olvido (2004 - Roger Mendoza)

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Yo llegué

Ella me recibió con una sonrisa perfecta, no le presté mucha atención. Verdaderamente me encontraba muy nervioso. Pasaron varias horas para que tomara conciencia de que ese primer contacto fue "divino". Recuerdo cuando almorzábamos juntos y me contaba sus obsenos sueños, yo la miraba mientras ella calentaba su almuerzo en el microondas y con un caminar extraño sé que me conqueteaba.. días en los que la tuve cerca. Cada vez que escucho esa frasesita en donde me cuentan que pensó en mí y se preocupó por mi solitaria estadía nos imagino cometiendo todos los pecados existentes en lugares prohibidos.. Disculpa por no almorzar contigo, yo llegué.. tu, tu te fuiste..

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Terminándome

Hace días que no pasaba por tu casa, la última vez que cruce tu calle llovío de tu ventana un poco de agua con sabor a naranja, ¿qué habrá sido? No puedo creer que te haya afectado mi pronta decisión.. Tienes que tomar en cuenta que las mitologías y dogmas no van conmigo, yo digo SI y punto; no es necesario que me tengas que dar la contra para entender que no estás de acuerdo, basta con que me mires de mala manera y frunzas un poco tus cejas; sin embargo no te haré caso... te ignoraré y pensaré que fue uno de tus tantos ratos de locura.

Llegué a la tienda de la esquina, me asomé ligeramente para ver si alguien conocido podía detectar mi presencia; por un minuto pensé -y que chucha, que nadie se meta carajo, ya es hora de que me dejen en paz- Pero osea, siempre hay de esos envidiosos metichones que tienen que abrir la bocota justo en el momento menos esperado. Di dos pasos a la derecha, uno al frente, tres a la izquierda; logré ver tu ventana, cortina cerrada, luces apagadas. Era el momeno propicio como para invadir tu privacidad y dejar un rastro de mí en tu vida. En el oscuro recuerdo que ocultaste muy al fondo de tu almohada y que estoy seguro consigue hacerte llorar en esos momentos melancolicos que suelen tener las "mujercitas" como tú. Llegué a tu puerta con la certeza de que no había nadie dentro de tu casa, di un salto felino y logré cogerme del muro de tu ventana, felizmente estaba abierta. Entré como quien dice ESTE ES UN CHORO MONCE. Me golpeé todo el cuerpo bastante, he perdido bastante físico desde hace más de un año, vida de casado.
Tu dormitorio era el mismo, recordé las poesías en tu cama y las historias perversas debajo de ella, varias travesuras dentro de tu ropero y la infaltable linterna para las noches en las que yo era un infractor noctámbulo de normas paternales.
Aun guardabas la almohadita que te regalé, tantos sueños a tu lado me decías siempre. -Pero por favor, tu me conocías bien, sabes como soy; nunca me cuestan las cosas, soy como el agua, sin color, sin sabor, sin DOLOR.

Estaba adentro, debajo de ese techo que nos vio morir, que nos vio renacer y aunque no lo crea fue testigo de mil aventuras. No pretendo nombrar alguna, se que tú no lo hubieras aguantado, siempre fuiste así, callada, tranquila, bastante soberbia, linda y siempre, siempre muy estúpida.
Tenía lo que necesitaba, un par de discos de AC/DC que no recuerdo cuando te los presté o que quizá los cogiste sin nisiquiera pedirlos; pero no importa, ya estaban de regreso, nuevamente conmigo. Era lo único que podía ser útil en ese lugar y lo único que verdaderamente significaba algo más que un famoso "You shook me!"..
Sin verguenza alguna bajé por las escaleras, abrí la puerta que siempre llevaba la llave puesta por dentro, salí y respiré nuevamente aire puro, limpio... era yo nuevamente. Las cosas son así, terminan como una larga canción de rock, tienen un inicio bastante romántico, melodioso, atractivo y se ven opacadas por un solo de guitarra que consume los minutos dejándonos pocas veces coros inolvidables..