domingo, 25 de octubre de 2009

Cuaderno Brit (I)

Aún estás en mis palabras y en el aire,
te respiro y no entiendo tu verdad;
no apareces, no te quiero,
tú confundes ésta vida que se va.

Aún estás fotografía escondida,
detras de torres y relámpagos sin voz,
ya no te deseo como antes asesino;
preferiría que te alejes con el sol.

Aún estás y mi corazón se ha ido,
enamorado y sin quererte, ahora mejor;
pero te veo en lo invisible sin entender,
que eres vida y mitad de lo que no fue.

Aún estás y en el mañana escapaste,
sin saber por qué ya no me quieres,
ya no te quiero;
y no pequé.

Lima, 7 de Mayo, 2005

domingo, 18 de octubre de 2009

Cuaderno rosa (I)

Besémonos nuevamente, nadie tendrá que saberlo;
todo es tan opaco como una noche de abril.

Has olvidado lo que yo te di,
he olvidado lo que en ti encontré.

He escrito de ti antes de vivir
y escapas de mis versos sin que tengan que existir.

Más alto de lo que tú crees me he elevado todavia,
no lo notaste, yo pensé que ahí te encontraría.

He muerto y desaparecido de tu inconciente,
hace buen tiempo que todo es diferente.

Y "slowly" apareces "in my dreams" constantemente
provocando en mí, una catarsis inminente.

Vivo de ti, como cuando nací y recordé
haber muerto ya, por ti;
no es necesario tener que olvidar tus ojos,
pues fue en ellos donde me perdí.

Ica, 20 de Julio, 2004

Cuaderno morado (II)

(.....)
Puedes ser tan bella antes de irte a dormir,
reina de luna llena, espacio en el que estoy perdido;
ven y encuéntrame en ésta habitación desolada.
Hay polvo y mucho desorden que espera por ti.

Serás mi reina de luna llena
cuando haya perdido el sueño hecho un noctámbulo,
puedes besarme si gustas, que sea antes de las seis;
quiero llegar temprano a los cielos.

Tú, reina de luna llena,
explícame porque no veo la luz
y me pierdo en ésta noche que no acaba.

extracto.
Lima 14 de Mayo, 2004

sábado, 17 de octubre de 2009

Cuaderno morado (I)

Puedo darte un beso y después morir,
el tiempo es tan corto cuando estamos juntos
que las estrellas aparecen rápido sobre mí.
Quisiera besarte y no soltarte,
enredarme entre tus cabellos ondulados
y perderme en el desierto de tu mirada;
puedo darte un beso y después morir,
visitar el infierno y dar un paseo por el limbo.
Que bella amaneciste hoy.

extracto.
Lima 11 de Mayo, 2004.

jueves, 15 de octubre de 2009

No fui yo

Ella me hablaba de morir juntos, yo reía, le decía que andaba loca. Realmente lo estaba. Un par de veces intentó suicidarse frente al espejo mientras haciamos el amor. Gritó mi nombre, golpeó nuestro reflejo y sangrando me dijo "Adiós". Solían suceder cosas extrañas cuanda andabamos drogados, no la culpo; yo era aún peor. Cuando la pasión se apoderaba de nosotros no dejaba de besarla hasta ver gotear sangre de sus labios. Jalaba sus cabellos cual jinete y sonreía de placer. Ella me decía que era mejor andar fuera de nosotros, olvidabamos rápido, no era necesario estar enamorados y sólo pensabamos en respirar para no morir. Sus ideas poco a poco se fueron apoderando de mí, debo confesar que también intenté suicidarme varias veces. Obviamente ella no se enteró, si lo llegaba a saber, sus lagrimas hubieran bañado mis ideas perversas. Intenté colgarme del cuello y flotar junto a mis neuronas, dejar de respirar bajo el agua hasta sentir la catarsis en mis venas y tirarme de varios puentes enterrando el miedo debajo de mi piel. Ella se insinuaba descaradamente. Eramos amantes ocultos, nadie debía saberlo y eso lo hacía mucho más interesante. Mis sueños no eran los suyos, pero a nadie le interesaba. Viviamos para contarlo y olvidarlo después. Porque no significaba nada lo que quedaba dentro de nosotros, sino lo que provocaban los instantes, los momentos. Segundos, minutos, horas; nunca fueron días.
Una noche dormimos juntos, era muy tarde. Yo no quería hacerlo, ella era muy demente como para sentirme tranquilo cerrando los ojos a su lado. Y así fue, no sucedió nada luego de abrirlos, ni antes.

Ella me hablaba de morir juntos, escuchando un blues a media noche, fumando cigarros caseros y bebiendo algún ron barato. Le gustaba el escándalo y las letras de los Doors. Yo en cambio, lleno de miedos y penas, incapaz de cortarme un trozo de piel y menos soportar el dolor. Un día, uno de los últimos, me pidió que la besara. Lo hice, cerré lo ojos y escuchando sus suaves frases entendí que no era del todo mala. Me confesó que se estaba enamorando de mi pasividad y mi egocentrismo oculto. Yo no le creí y sólo atiné a sonreir. Luego de eso se dio media vuelta y llorando me pidió que me alejara. No entendí lo que sucedió, pensé que era una de sus tan oportunas "pataletas"; pero me había equivocado.
Me fui, para siempre, lo estaba asumiendo. A lo lejos veía su figura, el viento la despeinaba. Su par de tatuajes en el cuello me decía "adiós" y yo seguía asombrado.

Pasaron lo meses y la volví a ver, no era la misma. No me habló sobre morir juntos, ni sobre suicidios, ni penas. No aceptó ir a beber unos tragos, ni drogarnos un poco, ni que haga preguntas. No lo soporté, cerré lo ojos y la maté.