domingo, 25 de septiembre de 2016

10 años

No puedo entenderlo. Nunca creí que el tiempo corría tan rápido, como cuando veo pasar a la gente desde la ventana del auto.
Nunca imaginé que 10 años después todo sería diferente.
Que 10 años después las canciones suenen igual, ahora desde Spotify. Que mi guitarra es la misma, pero hayamos dejado atrás nuestro romance. Que dormir hasta tarde no sea una constante los lunes.

Han pasado 10 años y aún deseo perderme en bares londinenses, beber un poco de alcohol y saltar mientras toca una banda indie.
10 años fueron suficiente para cambiar de peinado, de zapatos y de reloj.
Llevo 10 años sin volar por el cielo con el fuego en mis ojos y la paranoia en mi lengua.
Hace cuánto dejé de ser un escritor y me convertí en un hoja arrancada de un cuaderno espiral, arrugada y tirada al suelo como cuando la letra de una canción no tiene sentido.
Dónde quedaron esos días cuando caminaba sin tropezar y corría con los ojos cerrados.
10 años de versos sin sentido, de canciones ocultas y de acordes enterrados.
Pasó el tiempo y las fórmulas matemáticas son las mismas.
Las mentiras son idénticas a las noches de terapia que se convirtieron en aventuras de biblioteca.
Nacieron prejuicios, murieron creencias, ahora todo pretende ser inmodificable, como el pasado.

10 después ella es igual. Yo no soy el mismo.
Mi temor a morir se terminó y mi eterna conquista no es más que un sueño después de una borrachera.
10 años después me fui y volví, ella se fue y no volvió; llegaron labios rojos, cabellos verdes, ojos claros, lunares en los hombros y lentes en forma de girasoles; siempre una sola y nunca una sola mía.
Pasaron 10 años y la autopista cambió mil veces, me fui al norte quinientos días y desperdicié milagros en el sur un par de noches. Me volví loco por su ternura y caí en cuenta que yo era el asesino de su juventud.

Olvidé nombres y apellidos por obligación, traje paisajes con verde artificial y solo me permití tomar prestado mi consciencia las tardes sin café.

Ahora, todo tiene un nuevo sabor. Las veredas tienen nuevo asfalto y la calle tiene curvas inesperadas que algún día escribiré cuanto las odio.

Al fin y al cabo, después de 10 años sólo soy yo cuando despierto.


* Gimme twice -  The royal concept