domingo, 19 de abril de 2009

Con los ojos cerrados

Me ha sucedido que en los momentos más importantes de mi vida, de un segundo al otro, concluyo el día bastante confundido.
Suele suceder este tipo de cosas cuando uno está expuesto ante tantas críticas y palabras ofensivas. Yo entré, me senté, estaba callado, esperando que alguien me hablara. Me sentía como un hongo en un bosque de flores y plantas. Apoyé mi quijada hacia mis manos, mi codo en mis rodillas y los pies en puntas. Pensaba en lo que sucedería en las próximas horas, no tenía idea de lo que debía y no debía hacer. Ella entró, la miré fijamente, no causó gran impacto en mí. Tenía un dejo raro, no era de por acá. No había escuchado antes su nombre y menos la había visto pasar por mi costado en otro momento. Pronto ella socializó con los demás, entabló conversación, presentó sus ideas y demostró tener bastante personalidad. Estando de pie comentó que no tenía mucho tiempo, que debía realizar otras actividades y que es una buena idea dejar a los zordos con la duda. Yo sólo observaba su pantalón roto por los botines, por los bolsillos y por las rodillas. Su caminar algo pesado, sus cabellos desordenados y su risa bulliciosa. Yo seguía siendo el mudo, el incomprendido o simplemente el que nunca participaba. Fue en ese instante que me dijo: y tú como te llamas? Sonreí coqueteando en el fondo, me sentí nervioso sin razón y le dije mi nombre. Sonó tembloroso, extenso como una palabra sobreesdrújula. Me preguntó cosas relacionadas con mi tiempo, con lo que hacía; ella andaba de pie. Le pedí que se sentara, que me comente sobre ella, desde cuando anda por acá... Como quien dice: Las palabras se las lleva el viento... Pasaron los meses, la enamoré, nos enamoramos, nos odiamos, nos extrañamos, nos confundimos... Todo sucedió en mi carro, la besé de manera sinverguenza haciéndole sentir avergonzada, la seduje sin remordimiento, le mentí con mis besos y sé que soñó con nosotros. De situaciones nunca se vive, era mejor alejarnos. Los días nunca responden a la pregunta si realmente algo es necesario para uno. La vida solo te llena de cuestionamientos, estúpidos cuestionamientos. Su poesía llegó pronto hacia mí. Sentí celos de ella, hubo gente que la prefirió, que criticó mis escritos, mis artículos, mis notas; gente que comentaba sobre como ella evolucionaba como persona, como profesional.. y cómo yo aún vivía de oportunidades "técnicas". Su silencio siempre fue determinante. O era sí, o era no. Nunca eran los dos nisiquiera por equivocación. Un día subiendo las escaleras de quién sabe donde nos cruzamos y mirándonos conversamos e intimamos.. El hecho de estar cerca a ella, era una excusa para presentarte mis pretenciones. Por cosas de la vida, es muy complicado vivir de las excusas y por sobretodo, andar esperanzado en tus tontas premisas. Aquél día en el último escalón volteó como "una ráfaga de amor" y me preguntó sobre mi entorno, sobre como me iba, si la seguía cagando. Con una risa de oreja a oreja me alejé sin responderle.
Ha pasado tanto tiempo y siento que no hay motivo para despedir mis derechos.. porque andar con ella era conseguir la dependecia de mi libertad, el placer de los ojos y el miedo en los labios. Verla hoy sería como contar los taxis amarillos en cualquier avenida. No significa nada, ni mi decisión por andar con ella, ni mi deseo por escapar de mí. Decidí entonces abrir los ojos, olvidar todo y volver a mencionar nombres conocidos, sentir nuevamente ese temor por lo desconocido y ser tan material como el mundo en general. Fui nuevamente un ser normal, olvidé la noche; su no hablar era notorio. Yo siempre busqué la verdad. Abre los ojos... eso fue lo último que me dijo.