lunes, 1 de marzo de 2010

Lo viví en Liverpool

"Me enamoré de tu inocencia y rompí un par de jarrones delante de tu madre".


Lorena me hospedaría en su casa, el viaje fue desastroso, al punto de perder mi maletín con todos mis zapatos. Me recogieron del aeropuerto algunos amigos que no veía desde la graduación, decidimos ir a beber aprovechando la luz del sol nocturno y contarnos nuestras viejas novelas familiares. Lorena siempre a mi lado mencionaba que mi estúpido vestir me hacía ver incluso más estúpido. Siempre tan detestable y sincera. Me preguntaron por mis padres, por mi matrimonio y mi hijo; respondí escuetamente a todo, tratando de disimilar mi autismo casi consentido. Después de varias copas, Lorena fue conciente de que una mujer comprometida no debía andar con un antiguo amor y menos si éste anda eufórico.  La sujeté de la cintura y mencioné lo mucho que me hizo falta todo éste tiempo, se sonrojó y temblorosa me pidió que me alejará, no era un momento propicio, ni el lugar indicado. Sus súplicas fueron escuchadas, nos despedimos de todos, abrazo por aquí y por allá; estaba completamente ebrio y con ganas de seguir bebiendo hasta que se me pase la cojudez.

Llegamos, la casa de Lorena era grande, con habitaciones realmente gigantes completamente atípicas a la realidad Británica. Prendí un cigarro y me acerqué a una vieja tornameza que guardaban en el cuarto de huéspedes, estaba puesto el Rubber Soul de The Beatles. Giré el disco, me puse a cantar y recordar amores universitarios, torpes y delirantes, prohibidos e incluso riesgosos. Lorena me miró a los ojos me preguntó si alguna vez deseé besarla, tenerla, amarla. Una puta pregunta sin duda, ella tenía al novio cerca todo el tiempo y fui yo quien dijo adiós en su momento para no hacernos esperar en un paradero sin bus programado. Reí a carcajadas, Lennon me hacía temblar y estoy seguro que a ella también. Nos recostamos, andar vestidos en una cama con más de 30 años encima sonaba bastante ridículo, volver a encontrarnos era como tener 15 nuevamente y sonar angelical (aunque nunca lo haya sido). Su novio pronto llegaría y no encontraría mejor forma que demostrar su negativa a mi presencia que hacerla gritar en el cuarto de al lado mientras hacían el amor; y yo, con una paja debería solo calmar mis instintos animales como un infeliz que nunca pudo tenerla. Así que, me levanté de la cama, a ella poco le faltaba para andar con las piernas abiertas, le pedí disculpas por nuestras viejas historias, conflictos y amores a escondidas, por nunca haber tenido el suficiente valor de besarla y siempre haberme conformado con verla sonreír. A veces es bueno enfrentar nuestros miedos, sobretodo cuando están trepados en uno; no tenía otra opción. De pie todo es más complicado, cojí maletas y cerré mis ojos unos segundos, The Beatles aún sonaba en el ambiente, "I'm looking through you" para ser exacto. Gráficamente mi vida por vez consecutiva se escribía en base a una canción, nuevamente con ella, era momento de partir. Liverpool era un excelente lugar para decir adiós y así fue, en mi historia quedaron las noches con ella, amores entre amigos que suenan a canción de enamorados.


Liverpool me dio algo más, un beso suyo, subir al avión en solitario y saber que estaríamos bien, "porque la amo más, mucho más cuando está lejos".