jueves, 22 de abril de 2010

Nada

"Era cierto, había caído en negligencia y su mirada sólo quedaría grabada como un tonto arlequín enamorado, cuando se despide de la bella dama en el circo del pueblo".

Caminaba por la ciudad que me vio nacer, volvía después de mucho. Aún estaba presente el día en que nos despedimos, tuve que partir por mi necesidad de andar sólo, como un ogro y mi autosuficiencia ante los problemas que parecía no poder controlarla con nada. Todo éste tiempo tuve en mente sus pasos de bella bailarina en la cabeza, sus caricias y las tardes en que dormíamos como osos polares sin importar pasen las horas haciendo nada.

Nada, nunca sucedió nada. Nunca porque ambos no pudimos y aunque desear suele ser una sensación bastante intrascendental, se convierte en algo sin sentido luego de varias saboreadas.

Volvía de un viaje largo, doce horas en el avión y un vaso de vino antes de bajar con la maleta llena de porquerías. Era tan complicado pensar que me cruzaría con sus ojos nuevamente y las mentiras envueltas en palabras con sabor a caramelo no serían suficiente, que un dolor en mi cabeza aparecía, imposible de sacarlo, imposible de evitarlo. 
Fue muy duro olvidar desde lejos todos esos años junto a ella, esperando crear nuevas historias en mi cabeza y situarme en pensamientos positivos a pesar de que no hubo nada entre nosotros. Nada, nunca sucedió nada.

Dejé mis maletas en el hotel, mi familia quizás existía, mis amigos eran algo como un recuerdo borrado y ella era lo único que podría encontrar. No tenía intenciones de hacerlo, no escribí planes en mi libreta de notas, ni en mi agenda, ni en los papeles que pegaba detrás del celular para no dejarlos pasar. 
Me di una ducha y con el chorro de agua cayendo sobre mi cuello, entendí que la vida tiende a desparramarse cuando menos uno lo piensa, incluso cuando no está presupuestado; porque aunque nada suceda entre dos personas, siempre queda el hecho de haber perdido el tiempo. 

Con ella dejé mi juventud y lo peor, es que no sucedió nada.