domingo, 10 de enero de 2010

Enviado

Puede sonar indignante. Desaparecimos porque te lo pedí, nos fuimos lejos del montón. Te miré a los ojos y mencioné que no te vayas, no eras tú; me dijiste que eran innecesarias mis súplicas aún adolescentes. Dijiste también que habías olvidado nuestras tardes juntos y que no te importaba cuantos besos sacrifiqué por ella. Sea como sea, te diste la vuelta y quedé parado esperando tu reacción. Era muy tarde, la última canción del disco llegó a su fin, la escribimos y coreamos juntos, soñamos escapar pero fueron estúpidos nuestros deseos. En medio de todo, estaban las ganas de andar reunidos, bebiendo algo de alcohol entre amigos y creer que "salir" sin que nadie lo sepa eran mentiras hechas verdades por nosotros. No hay nada de cierto, ambos lo entendimos. Repetí muchas veces en mi cerebro aquella canción que me enseñaste de madrugada y entendí que no hay nada de cierto en ésto del amor. Por ahora, prometo andar lejos, sé que no será igual, lo sé; siempre lo supe.