viernes, 6 de noviembre de 2009

El vestido rojo

"Decidimos quedarnos en casa, le había prometido olvidar lo sucedido. Su rostro desencajado me causaba molestia, no intentaría besarla, finalmente fui yo quien tuvo la culpa."

La noche anterior había salido a beber unos tragos con unos amigos. Habían vuelto de París, les iba bien en la maestría, seguían siendo unos malditos drogadictos, un poco más elegantes y a la moda solamente. En el tercer vaso de whisky perdí la cuenta de todo lo que bebí. Toda la noche estuve cruzando miradas con una chica que también andaba ebria con su grupo de amigas. No recuerdo como estaba vestida con exactitud, pero imposible de olvidar que llevaba un "vestido rojo". Lo tengo presente porque minutos después fue fácil quitarselo, nos encerramos en el baño y torpemente terminamos probando un poco de placer. Entre risas, ella desnuda salió del lugar. Sin importarme nada fui recogido por mis amigos. Me llevaron al auto y refrescaron mi memoria diciendo el nombre de mi novia. Caí en lagrimas, pues nunca la había engañado. Salí del auto y del suelo recogí a la desnuda, la ayudé con su vestido y le presté mi casaca. Uno de mis amigos me golpeaba la cara preguntándome si aún estaba conciente. Yo decía que siempre soy así, hablo entre lenguas y nadie me entiende. Todos rieron, inclusive la chica del "vestido rojo" que avergonzada me miraba. A los pocos minutos cerré los ojos.

Cuando los abrí nuevamente, mi novia andaba frente a mí. Sin decir algo, pero lleno de miedo me levanté de la cama. No imaginaba como es que llegué a ese lugar. En el piso vi tirado el "vestido rojo" que llevaba puesto la chica de la noche anterior, como quien tiene la culpa lo levanté e intenté esconderlo.Mi novia despertó por el ruido, me miró sonriendo; dijo un TE AMO y me sentí más tranquilo. Aún confundido, le pregunté cómo había dormido, si de casualidad yo la había incomodado en la madrugada. Se río y dijo que no, me contó que cuando llegó por la madrugada yo andaba dormido y ella estaba tan borracha que sólo alcanzó a quitarse el "vestido rojo" y echarse a mi lado a dormir. Desencajado, sonreí amablemente. Nunca supe la verdad, qué sucedió realmente, no sé lo iba a preguntar. Estoy seguro que no era ella, o quizás, él no era yo.